Entrevista con Luis Pico, reflexiones de un preso por las protestas estudiantiles en la Venezuela del 2014.

El periodista, estudiante de posgrado de la UBA y hoy ex preso político exiliado, Luis Pico, relata sus vivencias durante las protestas estudiantiles que iniciaron el 12 de febrero de 2014 en Venezuela y su experiencia como preso político en una de las cárceles más peligrosas del país.

El 12 de febrero de 2014 marcó el inicio de una serie de protestas en Venezuela que desencadenaron una profunda crisis política y social. Lo que comenzó como manifestaciones estudiantiles pacíficas en contra de la creciente inseguridad, la inflación descontrolada y la escasez de bienes básicos, rápidamente escaló en una ola de disturbios y represión gubernamental. Lideradas principalmente por jóvenes universitarios, estas protestas pronto recibieron el apoyo de diversos sectores de la sociedad venezolana, descontentos con el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

A medida que las protestas se intensificaban, la respuesta del gobierno se volvió más violenta, con fuerzas de seguridad y grupos paramilitares reprimiendo brutalmente a los manifestantes, resultando en detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos. Las muertes de Basile Da Costa y Robert Redman, nunca esclarecidas, se convirtieron en símbolos de la lucha por la libertad en Venezuela, llevando a un aumento de presos políticos y exacerbando la crisis humanitaria, mientras la comunidad internacional condenaba al gobierno y la oposición interna enfrentaba persecución y censura.

Luis Pico, periodista, estudiante de posgrado en la Universidad de Buenos Aires y ex preso político exiliado en Argentina desde 2018, nos cuenta, a sus 29 años, cómo vivió de cerca los momentos más críticos de la crisis venezolana. En 2014, siendo estudiante de comunicación social en la Universidad Santa María de Caracas, se encontró en el epicentro de las protestas conocidas como “La Salida”. Con tan solo 19 años, fue testigo de las detenciones y se convirtió en preso político tras participar en el movimiento estudiantil que marcó su vida, llevándolo a pasar por la cárcel de Yare, una de las instituciones penitenciarias más peligrosas del país. 

¿Podrías contarme qué te motivó a involucrarte activamente en las marchas que se fueron dando desde el 12 de febrero del 2014?

– Tienes 19 años y empiezas a pensar que no tienes ninguna oportunidad de futuro, no tienes ninguna perspectiva, y te preguntas al mismo tiempo: “Bueno, yo estoy estudiando para ejercer periodismo en un país que además es muy autoritario, ¿cómo podemos ejercer periodismo y libertad de expresión en un país autoritario, sino dictatorial?” . Hubo un plan sistemático de represión que los estudiantes desde entonces fuimos los que más lo padecimos porque éramos los que encabezábamos las marchas. Más allá de que algún partido político, algún dirigente político acompañaba las marchas, los estudiantes éramos los protagonistas de esas marchas. Yo, la verdad, es que marché todos los días, prácticamente todos los días, desde el 12 de febrero de 2014 en adelante. Yo estuve en la marcha en donde asesinaron a Basile Da Costa, y yo vivía a una cuadra de donde asesinaron a Robert Redman.

¿Qué día caíste preso?

– El 26 de abril del 2014.

¿Qué recuerdas de ese día? ¿Cuál fue tu rol en esa movilización?

– En ese momento, no tenía trabajo como periodista; estaba netamente como estudiante, como un joven disconforme con la situación. Llegamos a un lugar, la Guardia Nacional nos cercó y la represión fue inmediata y muy fuerte. Simplemente se llevaron detenido a todo el que pudieron agarrar, y yo fui uno de los que capturaron ese día. Nos llevaron detenidos, acusados de cualquier cosa. Hubo gente a la que acusaron de tener artefactos explosivos y de alterar el orden público. Además, hubo un delito que nos querían imputar a nosotros, que fue sumamente irregular: asociación para delinquir.

¿Todo eso en el marco de una marcha pacífica?

– Sí. La marcha ese día tenía como temática exigir que no se adoctrine en las escuelas, porque estaba avanzando un proyecto de ley en la Asamblea Nacional para modificar la currícula educativa a nivel de escuelas. Nos imputan este delito de asociación para delinquir y es muy curioso porque ninguno de los que fuimos detenidos ese día se conocía previamente. Entonces, ¿cómo imputas asociación para delinquir a gente que no ha planificado nada, porque no se han visto nunca, no han hablado nunca entre sí, no tuvieron ningún encuentro previo?

¿Cuando te llevan preso te acuerdas qué sentiste, qué pensaste?

– Es algo que poca gente me cree porque es muy inverosímil en medio de todo. Cuando me detienen, me rodean cuatro motos con dos guardias nacionales cada una, o sea, era una proporción de ocho contra uno. Mi único gesto fue alzar las manos en señal de rendición. No estoy armado. Porque eso es lo otro, yo era un civil absolutamente desarmado, no tenía arma, no tenía explosivos, no tenía y nunca los tuve. Lo que sí pasó es que uno de los guardias me dispara, me tira una bomba lacrimógena a quemarropa hacia la cara. Alcanzó a cubrirme la cara con la mano izquierda y la bomba ahi me impacta. 

¿Te llevaron a un ambulatorio?

– Inicialmente, no me querían llevar a ningún lado. Cuando me disparan, otro de los guardias me golpea y empieza a darme patadas en el piso. En eso, me levantan como si fuera un saco de papas y me suben a una de las motos. El tipo que iba detrás de mí, yo estaba en el medio, empieza a golpearme en la cabeza con la culata del arma que tenía y me amenazaba, diciéndome que si me tiraba de la moto me iban a matar. Eso era lo que me decían.

¿A dónde te llevan?

– Nos dejan de pie en una especie de círculo y nos empiezan a subir a distintas camionetas. Hay un guardia que se da cuenta de que estoy herido porque empiezo a perder mucha sangre; tenía toda la ropa llena de sangre y goteaba. Uno de los guardias me pone una venda y me cubre la mano para que no se percaten de que se les fue la mano. Me querían llevar a un calabozo así como estaba, pero nos llevan al Fuerte Tiuna (Instalación militar más importante de Venezuela) y uno de los guardias dice: “Llévenlo a una enfermería o algo porque se nos muere acá.”

¿Te hicieron algún juicio o audiencia?

– La cuestión es la siguiente: cuando me detienen, había varios periodistas tomando fotos y yo a uno alcanzo a gritarle mi nombre. De esto me entero después, pero hubo una foto mía que se hizo viral en redes sociales. Cuando estoy en Fuerte Tiuna, no me dejan llamar a familiares, no me dejan llamar a abogados, no me dejan hablar con nadie. Yo estaba consciente de que estaba, a efectos legales, desaparecido porque pensaba: nadie sabe que estoy aquí, nadie sabe en qué estado estoy. Entonces, básicamente estaba a merced de la misma fuerza que me atacó (…) Lo que es inverosímil. Esto fue un sábado, lo que significa que los tribunales no despachan hasta el lunes. Yo pensé, en última instancia, que a lo mejor nos liberarían ese día porque había gente que soltaban sin pasar por tribunales. sino será el lunes. Ese mismo sábado, me hacen declarar frente a un fiscal y yo hago una declaración forzosa, hay varios guardias nacionales y está el fiscal en el medio, esto fue en Fuerte Tiuna.

¿Te obligaron a decir algo específico?

– Implícitamente, sí, porque cuando yo estoy en la sala empiezan a decir que hay alguien a quien lo mordió un perro y poco después dicen que ese fui yo. Yo tuve que seguirles el juego, porque insisto, estoy incomunicado, desaparecido, sin abogados, sin llamada, con los mismos tipos que me dispararon. ¿Cómo yo puedo decir algo diferente? (…) Le tuve que decir al fiscal que me había mordido un perro, que estaba detenido pero que me estaban dando asistencia médica. Era muy intimidante y el fiscal solo tomaba declaraciones. Y eso también es complicado, porque se supone que primero, uno no está obligado a declarar, mucho menos algo falso. Mucho menos estás obligado a declarar ante un fiscal, que es el que imputa, el que se encarga de velar por los intereses del Estado, de dar una declaración a una persona que puede imputar, y que no tengas un abogado, que no sepas las limitaciones legales que eso tiene y que tus propias declaraciones las usen en tu contra, una vulneración absoluta de tus derechos. (…) Cuando me vio el médico forense, todas las actas médicas las labraron diciendo que había sido un perro el que me había mordido. A las 3 de la mañana, llegan mi papá y mi mamá con un abogado, que se habían enterado de mi por redes sociales y me vuelven a trasladar al hospital porque no podía ser que una persona en mi estado la hayan tirado en una celda.

¿Hubo sentencia?

– Si. La cuestión fue así, luego en una audiencia ese lunes siguiente: le dije al juez que a mí no me había mordido ningún perro, que me había disparado la guardia nacional, que estaba bajo custodia de quien me disparó. Pasó la audiencia, hubo varios que declararon, hubo quienes no. Hubo la defensa de los distintos abogados porque era un grupo grande. La sentencia salió ese mismo día, en mi caso, me imputan instigación al orden público y asociación para delinquir. La decisión del juez fue dejarnos detenidos en la cárcel de Tocorón. Algo que alegaron nuestras defensas fue: ¿cómo es posible que un grupo de personas que no tienen ningún antecedente penal, ninguna entrada previa a comisaría, nada, se les envíe directamente a un penal?

Si te habían asignado la cárcel de Tocorón, ¿cómo terminaste en Yare?

– Estaba muy preocupado porque nos habían enviado a un penal. Yo no puedo pelear, no tengo cómo defenderme, tengo una mano vendada, una mano fracturada, o sea, no me puedo valer por mí mismo. Cuando estamos yendo al penal, primero íbamos en una camioneta. La camioneta se desvía y volvemos a Fuerte Tiuna. Yo pensaba que me iban a desaparecer. Todo era absolutamente irregular. Se suponía que estábamos yendo a un penal. ¿Y qué hacemos en Fuerte Tiuna? ¿Y nadie sabe que estamos acá y por qué estamos acá y quiénes son ustedes? Se baja un tipo que supuestamente era coronel, no sé qué era. El tipo me empieza a amenazar, me empieza a decir un montón de cosas. Me pregunta si yo soy Luis Pico y yo le digo que sí. Me empieza a decir que yo era un mentiroso, que a mí me había mordido un pitbull, que cómo me atrevía a mentir contra los militares y contra los tribunales, que si seguía con eso me traería grandes consecuencias. De un momento a otro para, y me dice que ojalá me jodan en Yare. Así termino allá. Mi familia se entera días después del cambio, nadie notificó nada, había sido decisión del tipo. 

¿Qué recuerdas de ese lugar?

– En principio, la encargada de la cárcel no quería recibirnos porque tenía sobrepoblación penitenciaria, hasta que supo que éramos manifestantes; en ese momento cambió y dijo que había cupo. Había una decisión política de dejarnos entrar. La primera imagen que tengo es ver un edificio absolutamente destruido, con todas las paredes llenas de tiros, personas. Ver presos con armas de guerra en la terraza. Un olor a mierda terrible. Ratas, porquería.

¿Temiste por tu vida?

– Absolutamente. Porque pensé, bueno, si quieren, nos matan. Y aquí nadie va a defendernos. Si nos matan, nos matan, como matan gente todos los días en estos lugares, o sea, a nadie le importa. Realmente, a nadie le importa que ahí pase todo lo que pasa. Nos pasan a una habitación. Éramos tres estudiantes y nos pasaron a la habitación. Nos desnudan, nos rapan la cabeza, y nos dan una charla de psicoterror sistemática. Nos dicen que nos van a matar, que apenas salgamos, nos quedan 10 minutos, nos van a hacer mierda, vamos a ser las putas del penal. Nos ponen un uniforme amarillo y nos pasan a un patio. Nos dicen que vamos a caminar el pasillo, que vamos a doblar a la derecha y ahí hay más estudiantes en tal lugar. “¿Ustedes caminan o los hacemos que caminen?” . Apenas entramos, sale un enjambre de presos. Nos insultaban, nos amenazaban. Cuando llegamos al patio, nos hacen un círculo, nos preguntan si alguno quiere pelear o si alguno tiene arma. Y éramos tres estudiantes, o sea, simplemente estábamos en círculo los tres, esperando a ver qué pasaba. Sale un preso y nos dice, “suban a esa torre, que hay más estudiantes”. Y estaban más de los muchachos que habían sido detenidos con nosotros ese mismo día. 

¿Cómo es vivir en una cárcel?

– Había unos códigos carcelarios muy, muy, muy marcados. O sea, acá hay que hablar de tal forma, tal cosa no se puede hacer, tal cosa no se puede decir, no se puede tomar lo que no es de uno. No se puede ver las visitas de los demás cuando hay visita. Y había que cumplirlo porque el que no lo cumplía, efectivamente, lo hacían mierda básicamente. Vivíamos en una sala relativamente grande donde estábamos 13 estudiantes. Los tipos comerciaban con cigarrillos o con tarjetas telefónicas, esas tarjetas que recargan saldo. Eso era como dinero. Con eso comprabamos comida y agua. No duermes nunca. En cualquier momento puede pasar cualquier cosa. Por ejemplo, hubo una noche que hubo un apagón y hubo un tipo de motín. Vimos muchas peleas, vivimos mucho roce. Increíblemente, nos enterábamos de todo lo que pasaba en la calle. Creo que lo peor era la llegada del fin de semana porque los tribunales no despachan y sabes que te vienen 48 horas en las que no vas a tener ninguna novedad sobre tu causa penal.

¿Si tú pudieras definir una comodidad que hubiese adentro, cuál sería?

– Alguna vez pude tomar agua fría. Para mí, eso era un lujo. Yo vendía cigarrillos, vendía tarjetas de saldo y alguna vez pude comer comida caliente, lo cual era un lujo absoluto. Comer comida caliente. Hay muchos bichos, muchas porquerías, muchas cucarachas. El agua era toda sucia, toda turbia. Te bañas con agua sucia. Nunca estabas limpio, dormíamos en el piso, comíamos en el piso. Es un lugar donde hace un calor infernal. 

Cuando llega el día en que te dicen que vas a ser liberado, ¿cómo llega a pasar eso?

– Fue un 13 de julio de 2014. Realmente, el último que se entera es el preso. Porque al penal es el último lugar donde llega el aviso de que alguien se va, digamos, de que tal o tal se va. Yo me entero por un amigo que hice. Lo habían llamado desde afuera y él se había enterado. Viene a buscarme un viernes por la tarde a la torre. Esto es muy curioso porque yo estaba mentalizado de que íbamos a pasar otro fin de semana ahí. Y me dice: “Hoy nos sueltan”. 

¿Qué sentiste cuando estabas saliendo?

– Nos terminaron soltando como a las 22:00 hrs. Sentí un alivio muy grande. Estaban todas nuestras familias afuera esperándonos, incluida la familia de mi amigo. Nos dimos todos un abrazo. Esa noche no pude dormir, realmente tenía muchas cosas en la cabeza. Lo primero que hice fue darme un baño, un lujo con agua caliente que duró como 1 hora. Me senté a la mesa, con mucho hambre, fue un gran alivio, pero aún no estábamos listos, aún no estaba listo del todo. Porque aunque nos habían liberado del penal, teníamos una causa penal en curso.

¿Entonces, cuándo se cierra este ciclo para un preso?

– Desde que te llevan preso hasta cuando sales, nunca sabes cuándo se cierra. Todo es muy relativo. Después de salir de Yare, pasé algunos meses haciendo servicio comunitario, esperando por 6 meses una resolución. No podía salir del área metropolitana, mucho menos de la provincia. Tenía que ir a audiencias cada tanto y me sometí a varias operaciones para recuperar la movilidad en mi mano. En 2017, durante las protestas de ese año, volví a salir a las calles pero esta vez como periodista, cubriendo casi todas las manifestaciones. Sin embargo, una noche, a eso de las 2 de la mañana, recibí una agente de inteligencia amenazandome en mi casa con mi familia, exigiéndome que dejara de escribir sobre las protestas, que si me volvían a ver en una marcha, sino que corriera con las consecuencias. No salí más. Tuve muchos amigos y conocidos que fueron presos ese año. Empezaron a estacionarse camionetas negras del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) frente a mi edificio, así que decidí salir del país y me vine a vivir a Argentina, mi hermano ya vivía acá porque hay una persecución muy intensa. Yo no me arrepiento de nada. Tengo la conciencia muy tranquila. No cambiaría nada.

Mientras mira su mano y pasa sus dedos sobre las cicatrices que ahora son apenas visibles por el paso del tiempo, agrega: “Son vivencias que permanecen contigo por siempre, un ciclo que, aunque se cierra, sigue presente. Convives con ellas, crecen contigo y con el tiempo aprendes a ignorarlas.”

Este año en Venezuela están previstas las elecciones para el 28 de julio, las cuales tienen como objetivo renovar la presidencia del país. Estos comicios son considerados cruciales debido a las disputas políticas y las difíciles condiciones económicas que ha enfrentado Venezuela en los últimos años. Los resultados podrían tener un impacto significativo en el equilibrio de poder político y en las perspectivas de solución a la crisis política y económica en el país.

Si pudieras definir este 28 de julio en una palabra, ¿cuál sería?

– Oportunidad.